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Angel In The Night
Había pasado tiempo desde su última “pelea”. En realidad, sólo ella se había enojado, y aunque en ése momento parecía la gran cosa, en realidad no lo era.
Él se disculpó, y ambos se prometieron no volver a enojarse con el otro nunca más, y siguieron siendo los amigos de siempre durante los siguientes 3 años. Pero después del cumpleaños número diecisiete de la chica humana, las cosas comenzaron a complicarse un poco más.
Ella era atractiva a la vista. De eso no había ningún tipo de duda, y era obvio, puesto que varios príncipes de la Tierra de Aaa le habían propuesto hasta matrimonio, propuestas que ella obviamente rechazaba con amabilidad. Habrá crecido físicamente, pero mentalmente seguía siendo una niña aventurera de trece años, que disfrutaba la compañía de su hermana y de sus amigos.
Especialmente la compañía de él.
Marshall Lee, por otro lado, seguía siendo el mismo chico de apariencia rockera y despreocupada. Seguía saliendo con Fionna y Cake, seguía molestando a Gumball, seguía espantando a la dulce gente y, por supuesto, seguía siendo el rey de la Nocheósfera. Nada en él había cambiado mucho.
Pero últimamente, al ver los cambios que su amiga estaba sufriendo, le ponía un tanto de malhumor al ver tanto idiota rondándola. Y aunque él sabía que ella los rechazaba, no podía dejar de actuar más pesado de lo normal con Fionna. Y esto desencadenaba más de alguna discusión entre los dos, haciendo que a veces ella no le hablara por días.
Más de alguna vez se preguntó que porqué se ponía de esa manera cuando veía algún estúpido y estirado príncipe acercarse a su conejita. ¡Hasta fue a consultarle a Gumball! Claro que cuando le contó lo que pasaba, el príncipe del Dulce Reino sólo rió y le dijo que lo que él tenía era un monstruo verde dentro de su cabeza y de su corazón.
¡Pff! ¿El Rey de los Vampiros, el hijo de un demonio, el Señor de la Nocheósfera… celoso? ¿Y con qué motivos? Fionna sólo era su amiga, prácticamente una hermana menor para él. No tenía porqué sentir celos. Si ella deseaba tener novio y luego casarse, adelante. A él no le importaba.
Pero sabía que todo eso era mentira. A él sí le importaba las decisiones que la aventurera tomara, porque indirectamente le afectaría a él de alguna forma.
Era un día de invierno, cuando tuvieron su última discusión. Estaban en la cueva del vampiro, en una sesión de improvisación, cuando ésta se vio interrumpida por el toqueteo de la puerta.
Al abrir, se dio cuenta que era el príncipe Musculoso, preguntando por Fionna. Marshall Lee sólo suspiró y tras mentirle diciendo que no la había visto, cerró la puerta y la humana se asomó.
—¿Ya se fue? —preguntó la chica.
—Sí, ya se fue —afirmó el vampiro, mirando desde su ventana—. ¿No es como mucho? ¡Te siguen hasta mi casa!
—¡Lo sé, y de verdad lo lamento! —se disculpó de inmediato—. Pero no es mi culpa… —se asomó junto con Marshall y suspiró—. El mundo está muy loco últimamente.
Marshall frunció el ceño, apartándose de la ventana y retomando su concentración hacia su guitarra-hacha.
—Creí que a ese tonto ya lo habías rechazado.
—No seas malo, Marshy. De seguro quería otra cosa.
El vampiro bufó.
—Y tú encima lo defiendes. Fi, date cuenta que ya no te ven como una niña, ni como su heroína —la muchacha le miró algo mal—. ¿Qué? Ambos sabemos que esa es la verdad, Fionna. Abre los ojos y date cuenta. Esos idiotas sólo te ven como su futura esposa y toda esa basura.
Fionna se dio cuenta de que en sus palabras había enojo.
—Bueno, ¿y qué? Algún día tendré que crecer y formar mi propia familia, Marshall —le respondió molesta, mirándole con el ceño fruncido—. Y “lamento” que esa idea te moleste tanto.
—¿Y acaso correrás a los brazos de alguno de esos principitos? —murmuró mirando las cuerdas de su guitarra mientras la afinaba.
Fionna suspiró y negó con su cabeza, tratando de mantener la calma y no golpear al testarudo de su amigo.
—Deja de actuar como un niño, Marshall. En serio, me estás desesperando…Madura —comentó la chica, arreglando su cabello.
El vampiro rompió una cuerda de su guitarra por la rabia que sintió al escuchar esas palabras por parte de la humana. Giró su cabeza para verla, con los ojos entrecerrados y claramente enojado.
—¿Qué dijiste, Fionna? —preguntó, apretando los dientes.
La chica resopló y se le acercó.
—Dije: MA-DU-RA —contestó, golpeando su dedo contra el pecho del chico por cada sílaba que separaba—. ¡Por favor, Marshall Lee! ¡Ya tienes más de mil años de edad! Eso debe darte experiencia suficiente, ¿no?
—¡Disculpa, “Fionnita”, pero tú tampoco tienes derecho a decirme que madure! ¡Eres apenas una niña!
—¡¿Y sales con eso de nuevo?! ¡Grábatelo bien la cabeza, Abadeer: YA NO SOY UNA NIÑA! ¿O acaso olvidaste que ya pronto cumpliré dieciocho?
Okay. Ese fue un pequeño golpe bajo para el vampiro. Había veces que él olvidaba que los demás… crecían, que cambiaban… que morían.
Y Fionna no era la excepción. La idea de verla envejecer y luego el verla morir algún día, le llenaba de miedo, y había aprendido con el paso del tiempo a ignorar ese pensamiento. Pero ahora ella venía y se lo sacaba en cara.
“¡YA NO SOY UNA NIÑA!” resonaba en su cabeza, y para él era una tortura.
Marshall Lee bajó la mirada, dejando su guitarra encima de su sofá, dándole la espalda a la humana y apretando sus puños.
—¡Entonces si ya eres toda una “adulta responsable” supongo que ya puedes cuidarte sola! —soltó de la nada. Fionna le miró confundida al inicio.
—¿Qué quieres decir?
—¡Que si ya eres tan madura para todas tus cosas, supongo que ya no necesitarás más la compañía de un “niñito” inmaduro, según tú! —estaba más que claro que Marshall no procesaba sus palabras antes de soltarlas.
Fionna abrió sus ojos sorprendida, y luego bajó la mirada algo dolida. ¿Por qué su amigo tenía que ser todo un patán cuando se lo proponía? Ya le había perdonado mil y un comentarios como ese… Pero ya no más.
—¡¿Es eso lo que quieres, Marshall Lee?! ¡De acuerdo, yo me voy! —gritó dirigiéndose a la puerta.
—¡Bien!
—¡Bien! —volvió a exclamar la chica antes de salir y cerrar de golpe.
Marshall cegado por su orgullo, abrió la puerta y se quedó parado viendo como su conejita se marchaba echando furia.
—¡Y CUANDO VUELVAS PIDIENDO PERDÓN NO TE ESCUCHARÉ! —gritó como su última palabra.
Fionna simplemente le ignoró, negando con su cabeza sin mirar atrás. Salió de la cueva, y se puso su sweater, puesto que ya había caído la noche y comenzaba a hacer frío.
Caminó hasta su casa del árbol, con la vista baja. Se sabía el camino de memoria, así que no estaba tan preocupada por eso.
A medida que caminaba, la discusión que tuvo con Marshall venía a su mente: sus palaras, sus gestos, todo. Suspiró y trató de retener las lágrimas que amenazaban salir.
Tomó aire y con la manga de su chaleco apartó aquellas que se deslizaban por su mejilla, pero al darse cuenta de que inevitablemente ya estaba llorando, detuvo su andar y sólo atinó a patear una piedra que allí había.
“¡Estúpido Marshall Lee!”, se repetía constantemente mientras se dirigía un árbol y comenzaba a golpearlo con todas sus fuerzas. “¡Monstruo idiota!” se decía ahora, sin cesar sus golpes ni su llanto.
Cuando finalmente se cansó, se apoyó contra el árbol, y se deslizó lentamente hasta caer sentada, y abrazó sus rodillas sin dejar de llorar. ¿Realmente ya se había acabado la amistad? ¿Sería capaz de ir y hablarle? No, eso estaba claro para ambas preguntas. Ella tenía dignidad y orgullo, como para ir a “rogarle” al vampiro que hablaran y se arreglaran. ¿Y qué tendría ella que ir pedir disculpas? Había sido toda culpa de Marshall, no de ella.
Sí, había sido su culpa, porque él empezó hablando mal de sus otros amigos. Había sido su culpa, porque él actuaba como un tonto. Todo era su culpa, y de nadie más.
Con éste pensamiento ahora cruzando por su mente, se levantó, se arregló un poco la ropa y siguió su camino hasta que llegó a la casa que compartía con su hermana en un árbol.
Al llegar, Cake se acercó a ella de inmediato, alegándole por la hora que era, que ya era tarde, etcétera. Fionna sólo me dedicó una mirada llena de tristeza, tratando de ocultar los rastros de lágrimas que habían en su cara.
Le pidió disculpas, y se retiró a su cuarto, acostándose de inmediato y tapándose hasta las orejas.
La gata al ver a su mejor amiga en ese estado, se preocupó y no dudó en seguirla. Se sentó a los pies de la cama de la humana y soltó un suspiro.
—¿Cariño, estás bien?
La chica solo suspiró, y negó con su cabeza. Se sentó en la cama y miró a su hermana, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas nuevamente.
—No, Cake… no lo estoy —admitió, y secó una solitaria lágrima que caía.
—Por Dios, ¿qué pasó, Fi? —Cake se acercó de inmediato hacia la humana y la abrazó, provocando que la muchacha volviera a llorar sin pudor alguno.
Había pasado tiempo desde su última “pelea”. En realidad, sólo ella se había enojado, y aunque en ése momento parecía la gran cosa, en realidad no lo era.
Él se disculpó, y ambos se prometieron no volver a enojarse con el otro nunca más, y siguieron siendo los amigos de siempre durante los siguientes 3 años. Pero después del cumpleaños número diecisiete de la chica humana, las cosas comenzaron a complicarse un poco más.
Ella era atractiva a la vista. De eso no había ningún tipo de duda, y era obvio, puesto que varios príncipes de la Tierra de Aaa le habían propuesto hasta matrimonio, propuestas que ella obviamente rechazaba con amabilidad. Habrá crecido físicamente, pero mentalmente seguía siendo una niña aventurera de trece años, que disfrutaba la compañía de su hermana y de sus amigos.
Especialmente la compañía de él.
Marshall Lee, por otro lado, seguía siendo el mismo chico de apariencia rockera y despreocupada. Seguía saliendo con Fionna y Cake, seguía molestando a Gumball, seguía espantando a la dulce gente y, por supuesto, seguía siendo el rey de la Nocheósfera. Nada en él había cambiado mucho.
Pero últimamente, al ver los cambios que su amiga estaba sufriendo, le ponía un tanto de malhumor al ver tanto idiota rondándola. Y aunque él sabía que ella los rechazaba, no podía dejar de actuar más pesado de lo normal con Fionna. Y esto desencadenaba más de alguna discusión entre los dos, haciendo que a veces ella no le hablara por días.
Más de alguna vez se preguntó que porqué se ponía de esa manera cuando veía algún estúpido y estirado príncipe acercarse a su conejita. ¡Hasta fue a consultarle a Gumball! Claro que cuando le contó lo que pasaba, el príncipe del Dulce Reino sólo rió y le dijo que lo que él tenía era un monstruo verde dentro de su cabeza y de su corazón.
¡Pff! ¿El Rey de los Vampiros, el hijo de un demonio, el Señor de la Nocheósfera… celoso? ¿Y con qué motivos? Fionna sólo era su amiga, prácticamente una hermana menor para él. No tenía porqué sentir celos. Si ella deseaba tener novio y luego casarse, adelante. A él no le importaba.
Pero sabía que todo eso era mentira. A él sí le importaba las decisiones que la aventurera tomara, porque indirectamente le afectaría a él de alguna forma.
Era un día de invierno, cuando tuvieron su última discusión. Estaban en la cueva del vampiro, en una sesión de improvisación, cuando ésta se vio interrumpida por el toqueteo de la puerta.
Al abrir, se dio cuenta que era el príncipe Musculoso, preguntando por Fionna. Marshall Lee sólo suspiró y tras mentirle diciendo que no la había visto, cerró la puerta y la humana se asomó.
—¿Ya se fue? —preguntó la chica.
—Sí, ya se fue —afirmó el vampiro, mirando desde su ventana—. ¿No es como mucho? ¡Te siguen hasta mi casa!
—¡Lo sé, y de verdad lo lamento! —se disculpó de inmediato—. Pero no es mi culpa… —se asomó junto con Marshall y suspiró—. El mundo está muy loco últimamente.
Marshall frunció el ceño, apartándose de la ventana y retomando su concentración hacia su guitarra-hacha.
—Creí que a ese tonto ya lo habías rechazado.
—No seas malo, Marshy. De seguro quería otra cosa.
El vampiro bufó.
—Y tú encima lo defiendes. Fi, date cuenta que ya no te ven como una niña, ni como su heroína —la muchacha le miró algo mal—. ¿Qué? Ambos sabemos que esa es la verdad, Fionna. Abre los ojos y date cuenta. Esos idiotas sólo te ven como su futura esposa y toda esa basura.
Fionna se dio cuenta de que en sus palabras había enojo.
—Bueno, ¿y qué? Algún día tendré que crecer y formar mi propia familia, Marshall —le respondió molesta, mirándole con el ceño fruncido—. Y “lamento” que esa idea te moleste tanto.
—¿Y acaso correrás a los brazos de alguno de esos principitos? —murmuró mirando las cuerdas de su guitarra mientras la afinaba.
Fionna suspiró y negó con su cabeza, tratando de mantener la calma y no golpear al testarudo de su amigo.
—Deja de actuar como un niño, Marshall. En serio, me estás desesperando…Madura —comentó la chica, arreglando su cabello.
El vampiro rompió una cuerda de su guitarra por la rabia que sintió al escuchar esas palabras por parte de la humana. Giró su cabeza para verla, con los ojos entrecerrados y claramente enojado.
—¿Qué dijiste, Fionna? —preguntó, apretando los dientes.
La chica resopló y se le acercó.
—Dije: MA-DU-RA —contestó, golpeando su dedo contra el pecho del chico por cada sílaba que separaba—. ¡Por favor, Marshall Lee! ¡Ya tienes más de mil años de edad! Eso debe darte experiencia suficiente, ¿no?
—¡Disculpa, “Fionnita”, pero tú tampoco tienes derecho a decirme que madure! ¡Eres apenas una niña!
—¡¿Y sales con eso de nuevo?! ¡Grábatelo bien la cabeza, Abadeer: YA NO SOY UNA NIÑA! ¿O acaso olvidaste que ya pronto cumpliré dieciocho?
Okay. Ese fue un pequeño golpe bajo para el vampiro. Había veces que él olvidaba que los demás… crecían, que cambiaban… que morían.
Y Fionna no era la excepción. La idea de verla envejecer y luego el verla morir algún día, le llenaba de miedo, y había aprendido con el paso del tiempo a ignorar ese pensamiento. Pero ahora ella venía y se lo sacaba en cara.
“¡YA NO SOY UNA NIÑA!” resonaba en su cabeza, y para él era una tortura.
Marshall Lee bajó la mirada, dejando su guitarra encima de su sofá, dándole la espalda a la humana y apretando sus puños.
—¡Entonces si ya eres toda una “adulta responsable” supongo que ya puedes cuidarte sola! —soltó de la nada. Fionna le miró confundida al inicio.
—¿Qué quieres decir?
—¡Que si ya eres tan madura para todas tus cosas, supongo que ya no necesitarás más la compañía de un “niñito” inmaduro, según tú! —estaba más que claro que Marshall no procesaba sus palabras antes de soltarlas.
Fionna abrió sus ojos sorprendida, y luego bajó la mirada algo dolida. ¿Por qué su amigo tenía que ser todo un patán cuando se lo proponía? Ya le había perdonado mil y un comentarios como ese… Pero ya no más.
—¡¿Es eso lo que quieres, Marshall Lee?! ¡De acuerdo, yo me voy! —gritó dirigiéndose a la puerta.
—¡Bien!
—¡Bien! —volvió a exclamar la chica antes de salir y cerrar de golpe.
Marshall cegado por su orgullo, abrió la puerta y se quedó parado viendo como su conejita se marchaba echando furia.
—¡Y CUANDO VUELVAS PIDIENDO PERDÓN NO TE ESCUCHARÉ! —gritó como su última palabra.
Fionna simplemente le ignoró, negando con su cabeza sin mirar atrás. Salió de la cueva, y se puso su sweater, puesto que ya había caído la noche y comenzaba a hacer frío.
Caminó hasta su casa del árbol, con la vista baja. Se sabía el camino de memoria, así que no estaba tan preocupada por eso.
A medida que caminaba, la discusión que tuvo con Marshall venía a su mente: sus palaras, sus gestos, todo. Suspiró y trató de retener las lágrimas que amenazaban salir.
Tomó aire y con la manga de su chaleco apartó aquellas que se deslizaban por su mejilla, pero al darse cuenta de que inevitablemente ya estaba llorando, detuvo su andar y sólo atinó a patear una piedra que allí había.
“¡Estúpido Marshall Lee!”, se repetía constantemente mientras se dirigía un árbol y comenzaba a golpearlo con todas sus fuerzas. “¡Monstruo idiota!” se decía ahora, sin cesar sus golpes ni su llanto.
Cuando finalmente se cansó, se apoyó contra el árbol, y se deslizó lentamente hasta caer sentada, y abrazó sus rodillas sin dejar de llorar. ¿Realmente ya se había acabado la amistad? ¿Sería capaz de ir y hablarle? No, eso estaba claro para ambas preguntas. Ella tenía dignidad y orgullo, como para ir a “rogarle” al vampiro que hablaran y se arreglaran. ¿Y qué tendría ella que ir pedir disculpas? Había sido toda culpa de Marshall, no de ella.
Sí, había sido su culpa, porque él empezó hablando mal de sus otros amigos. Había sido su culpa, porque él actuaba como un tonto. Todo era su culpa, y de nadie más.
Con éste pensamiento ahora cruzando por su mente, se levantó, se arregló un poco la ropa y siguió su camino hasta que llegó a la casa que compartía con su hermana en un árbol.
Al llegar, Cake se acercó a ella de inmediato, alegándole por la hora que era, que ya era tarde, etcétera. Fionna sólo me dedicó una mirada llena de tristeza, tratando de ocultar los rastros de lágrimas que habían en su cara.
Le pidió disculpas, y se retiró a su cuarto, acostándose de inmediato y tapándose hasta las orejas.
La gata al ver a su mejor amiga en ese estado, se preocupó y no dudó en seguirla. Se sentó a los pies de la cama de la humana y soltó un suspiro.
—¿Cariño, estás bien?
La chica solo suspiró, y negó con su cabeza. Se sentó en la cama y miró a su hermana, mientras sus ojos se llenaban de lágrimas nuevamente.
—No, Cake… no lo estoy —admitió, y secó una solitaria lágrima que caía.
—Por Dios, ¿qué pasó, Fi? —Cake se acercó de inmediato hacia la humana y la abrazó, provocando que la muchacha volviera a llorar sin pudor alguno.
Literature
Sangre de demonio, Corazon de angel
Sangre de demonio, Corazón de angel
Ella era diferente a los demás, no era difícil de notar
Ya que con una sonrisa demostraba lo dulce que era su mirada azulada
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Como si al mirarte tu alma penetrara
Ella era especial, con una belleza sin igual
Que a todos obnubilaba y muchos adoraban
Como si de un angel de cabellos dorados se tratara
Una inocente deidad que tenía el gusto de admirar
Una hermosa divinidad que del cielo decidió bajar
Para con los mortales estar y sus corazones purificar
De sus oscuros pecados y aquellos demonios despiadados
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Recuerdos Cap22:decepciones
Recuerdos
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Marshall se despertó seguido de un gran bostezo, lo primero que hizo después de eso fue sentarse al borde de la cama y taparse la cara con las manos
-Hay!! Siento que a Fionna ya la había conocido desde antes de esa noche de las manzanas, lo juraría pero no lo recuerdo bien... Tal vez luego lo aga...
El vampiro se paró y se bañó, cuando salió de la bañera se vistió y luego tendió la cama para parecer como si nada hubiera pasado,bajó a la cocina y encontró la nota con el gorro, el la leyó u terminando apretó el gorro con todas sus fuerzas y le corrió una lágrima por la mejilla
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Fanfic Fiolee - La mejor opcion
Episodio N°1
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Soy yo otra vez! Esta vez traigo un nuevo fanfic llamado "Angel In The Night"
De verdad estoy muy entusiasmada con éste proyecto, y espero que resulte.
Y bueno, ésto no se queda ahí. Oh, no! Seguirán habiendo capítulos, y os informo: Subiré uno cada VIERNES mientras que en Fanfiction.net, lo subo los lunes.
¡Espero que les guste, y dejen sus comentarios!
Se aceptan críticas, sugerencias, reclamos, tomates, halagos(?)
Siguiente: [link]
De verdad estoy muy entusiasmada con éste proyecto, y espero que resulte.
Y bueno, ésto no se queda ahí. Oh, no! Seguirán habiendo capítulos, y os informo: Subiré uno cada VIERNES mientras que en Fanfiction.net, lo subo los lunes.
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Se aceptan críticas, sugerencias, reclamos, tomates, halagos(?)
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encerio las mangas del chaleco